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jueves, 7 de junio de 2012

Adicción al azúcar y a los hidratos de carbono refinados Parte I por Claudia López Vargas





Los números, las cifras, las estadísticas, todo esto me pareció irreal y me hizo poner atención en un tema por demás interesante pero, por sobre todas las cosas, importante en términos de salud: Obesidad y adicción a los carbohidratos.  Trataremos de desarrollar el tema de manera fácil, con información dura y cimentados en los estudios de científicos muy importantes en el área, dividido en cuatro entregas.

Bulimia, obesidad, ansiedad, depresión, hipoglucemia, prediabetes, candidiasis, todos ellos son consecuencia de la adicción al azúcar, es decir, a la sacarosa refinada. Su adquisición es legal y se encuentra en el 99% de los alimentos. Así como otras drogas crean marginación social a quienes las consumen, el azúcar no, más bien los anuncios, las gigantes corporaciones alimenticias y las situaciones sociales nos empujan a consumirla.

El dato duro de este veneno blanco es: su composición química es C12H22O11, tiene un poder adictivo similar a la heroína y una formula química parecida a la cocaína (C17h21NO4, al azúcar le falta el átomo de nitrógeno).

EL CICLO VICIOSO:
Cuando una persona consume carbohidratos se estimula la secreción de insulina lo cual promueve la captura por parte de los músculos de la mayoría de los aminoácidos, excepto del triptofano. Es así que los niveles en sangre del triptofano se ven incambiados con la ingesta de carbohidratos pero no en su proporción. El porcentaje del triptofano sobre el total de aminoácidos disponibles en sangre, aumenta en proporción directa a la ingesta de CSR. Dado que el triptofano compite con otros aminoácidos en su pasaje por la barrera al cerebro, la secreción de serotonina se ve sobreestimulada por la cuantiosa presencia de su precursor (Wurtman y Wurtman, 1989: 73 y sigs.)

Entonces, una vez que se produce el consumo, las hendiduras sinápticas se ven repletas de estos neurotransmisores y la persona comienza a sentirse mejor (el efecto de euforia, aunque de menores magnitudes si lo comparamos con otras sustancias psicoactivas), tal como sucede en el caso del consumo de cocaína y otras drogas de abuso. En virtud de esta sobreexistencia de neurotransmisores se produce una autorregulación por la que se envía la señal para dejar de producirlos. Así se genera una cadena en que se rompe con el natural equilibrio de la producción y sea constante la necesidad de carbohidratos para llegar al nivel anterior (Vélez de León, 2003). Esta autorregulación puede ser explicada según Bernstein (1998) aplicando los principios de la “Teoría homeostática de la adicción bioquímica”. Según ella, el cerebro intentará compensar la prolongada presencia de ciertos neurotransmisores mediante la disminución de sus efectos o asumiéndolos como constantes en la actividad cerebral. De este modo, en el caso de la adicción a los carbohidratos el cerebro intenta compensar esta artificial presencia de neurotransmisores disminuyendo su producción normal o disminuyendo la sensibilidad de los receptores post-sinápticos. Es así que se desarrolla la “tolerancia”, donde cada vez se necesita más cantidad de CRS para sentir el mismo efecto.

Cuando se consume azúcar, la glucosa es absorbida por la sangre, y nos sentimos animados. Es un estímulo veloz. Sin embargo, a este impulso energético le sigue una depresión, cuando el fondo se desprende del nivel de glucosa sanguínea. Estamos inquietos, cansados; necesitamos hacer un esfuerzo para movernos o incluso pensar. Podemos estar irritables, hechos un manojo de nervios, alterados hasta que se eleve de nuevo el nivel de glucosa. La gravedad de la crisis doble depende de la sobredosis de glucosa.

Si continuamos tomando azúcar, una nueva crisis doble empieza siempre antes de terminarse la anterior. Las crisis acumulativas al final del día pueden ser enloquecedoras.

Tras varios años, el resultado final son glándulas adrenales y páncreas enfermos. El organismo de una persona puede resistir los efectos perjudiciales del azúcar durante 20 años, a partir de los cuales aparece la diabetes. Mientras tanto la producción de hormonas es baja en todo el circuito endocrino. El cerebro puede encontrarse en dificultades para distinguir lo real de lo irreal, el individuo se vuelve precipitado y ante situaciones estresantes, se desmorona y pierde la capacidad de enfrentar cualquier contingencia. El individuo está siempre cansado y no logra hacer nada. Sufre de “sugar blues” (o depresiones del azúcar).  El grado de dependencia de azúcar varía según el individuo tenga un organismo más o menos tendente a las adicciones. Esto se puede valorar en la capacidad del individuo o no de “desengancharse” de este u otro hábitos tóxicos.

Si quieres profundizar en el tema, consúltanos. En tu camino hacia el éxito, déjate acompañar por Sombra, Personal Coaching.


domingo, 3 de junio de 2012

Esclerosis múltiple, un acertijo neuronal México al Día_Noti 30 de Mayo de 2012_parte4



Testimonio de fortaleza, fe y voluntad para afrontar una condición hasta hoy inexplicable, pero que con los avances tecnológicos de la clínica www.cerebro.com , confianza en Dios y el apoyo incondicional de su esposo, Martha ha podido sobrellevar de una manera ejemplar.