Páginas

lunes, 21 de mayo de 2012

Qué es la Inteligencia Cultural por Claudia López Vargas





La inteligencia cultural es nuestra capacidad para relacionarnos efectivamente con personas de otras culturas; es la habilidad para reconocer, leer y adaptarse a señales culturales, tanto obvias como imperceptibles, cómodas como extrañas, de manera que tu efectividad no esté comprometida cuando interactúes con personas de otros países. Cuando hablamos de cultura no nos referimos sólo a nacionalidades. Si la cultura está compuesta por los valores, actitudes, creencias y comportamientos compartidos por un grupo de personas, cuando hablamos de cultura también nos referimos a culturas organizacionales, profesionales y a otras que nos identifican con los grupos a los que pertenecemos, por ejemplo, podemos hablar de: cultura “latina”, de los “contadores” o  “futbolistas”.

Todas las culturas tienen un aspecto visible y uno invisible. Dentro de lo visible podemos encontrar: nuestro aspecto físico que incluye cómo nos vestimos, cortamos el pelo, las tradiciones, los símbolos usados en camisetas, los libros que leemos, la música que escuchamos. Dentro de lo que no es tan visible incluimos los valores, creencias y perspectivas de la vida y del mundo. Por lo general, la gente busca relacionarse con personas de las mismas culturas porque comparten todos estos códigos. El problema se crea cuando nos encontramos con personas de diferentes culturas, nos cuesta entenderlos y llegamos a menospreciarlos porque no piensan o actúan como nosotros. La inteligencia cultural nos permite tener la amplitud, flexibilidad y capacidad para lidiar con estos desafíos en forma efectiva. Requiere comprender que ninguna cultura es superior, mejor o peor que otra y que el poder entender las diferencias, aunque no las compartamos, nos permite coordinar acciones con personas de culturas diferentes para alcanzar fines en común.

Un profesional o empresario con inteligencia cultural es capaz de solucionar problemas, tomar decisiones y resolver conflictos de una manera que optimice las diferencias culturales para generar mejores soluciones sustentables y creativas.

El primer paso para desarrollar la inteligencia cultural implica reconocer nuestros valores, creencias y actitudes y aceptar que aunque son los nuestros no son los únicos válidos. Hay otras maneras de ver la realidad y en la medida que podamos entender esas diferencias, vamos a poder relacionarnos con los otros más efectivamente. En otras palabras, la empatía, o la capacidad de ponernos en los zapatos del otro, nos permite ser sensibles a las necesidades de otras personas. En la medida que somos conscientes de nuestros “filtros culturales”, podemos participar en el ejercicio de explorar maneras alternativas de entender la realidad y comportarnos sin miedo a “perder” algo al aceptar esas diferencias. Esto requiere humildad, curiosidad, flexibilidad, capacidad de estar “presente” a las sutilezas de las diferencias culturales, y disposición para tomar riesgos y equivocarse en el trayecto para acortar esas distancias culturales.
Además de las creencias, la inteligencia cultural implica comportamientos específicos que dan cuenta de esa capacidad para relacionarnos. Nuestra efectividad en demostrar interés haciendo preguntas y la capacidad de estar presentes al lenguaje corporal pueden ayudarnos en ese proceso. Es decir, que el sentirnos cómodos haciendo preguntas que nos permitan entender mejor a los otros y prestar atención no sólo a lo que se dice sino también a lo que no se dice o cómo se dice, nos puede dar información útil para entender mejor a personas que pertenecen a culturas diferentes de las nuestras.
Para poder desarrollar una Inteligencia Cultural efectiva es necesario:
 1. Reconocer el impacto de la cultura: Los comportamientos culturales son señales externas de valores y creencias profundamente arraigadas que se han construido en una sociedad a lo largo del tiempo. Entendiendo qué es la cultura, cómo has sido moldeado por ella y cómo tus valores culturales difieren con personas de otras partes del mundo, puedes volverte más perceptivo y exitoso en un mercado global culturalmente diverso.
2. Comprender las raíces culturales propias: Nuestros valores y comportamientos son resultados de nuestro origen y de lo que hemos sido expuestos desde nuestra más temprana niñez. Esto es reforzado a lo largo de nuestra vida, comenzando por los cuentos para niños y los héroes de la juventud. Una completa apreciación de tu propio perfil cultural te permitirá contemplar la real magnitud de su impacto en tu conducta
3. Reconocer e interpretar las raíces culturales en otros: Si no conoces estas diferencias, muy posiblemente atribuyas un significado donde no lo hay o pierdas un significado donde sí lo había. De esta manera puedes reaccionar emocionalmente sintiéndote confundido, enojado o frustrado. El aspecto importante aquí es que otros sostienen sus valores como incuestionables verdades al igual que tú los tuyos.
4. Desarrollar estrategias y habilidades de ajuste: El desafío es ajustarse a las diferencias culturales mientras se permanece auténtico. Desarrollar habilidad cultural no significa comprometer los valores personales. Significa que reconoces las señales y adaptas tu comportamiento a ellas. No comprometes los objetivos, simplemente buscas métodos alternativos culturalmente adaptables para alcanzarlos.
La urgencia por líderes empresariales culturalmente competentes no tiene precedente. Gracias a la globalización, Internet y otros avances tecnológicos, formamos parte de un nuevo mercado global. Simplemente no puede ser subestimado: Si se ignora y no se sabe cómo manejar activamente la diversidad cultural global, existirán problemas para triunfar en los negocios.

Si quieres profundizar en el tema, consúltanos. En tu camino hacia el éxito, déjate acompañar por Sombra, Personal Coaching.